En ocasiones, las canciones que escuchamos son crípticas o tan ambiguas en las que casi todas las interpretaciones caben en tres minutos. No es el caso del nuevo disco de Ruston Kelly, en el cual letras tan explícitas como “I woke up dreaming of her face again / Fuck that guy he’s a piece of shit” (The Weakness) o “Was then I heard the words of my father / Have faith, there’s no storm that doesn’t pass” (Mending Song) cuentan la historia del divorcio entre él y la cantante de country Kacey Musgraves. Kelly se siente cómodo en ese papel de narrador en primera persona, como ya hiciera con su debut que le generó cierto reconocimiento y un fanbase fiel, enganchado a esas historias sobre su adicción a las drogas y ciertos periodos oscuros de vivir casi sin un techo.
Y aunque esa debacle empezó casi por casualidad, lo que no lo ha sido, es su capacidad por conectar con el dolor y darle forma de canciones -doce, en este caso- a camino entre el rock y el country. A momentos, especialmente aquellos en los que se estiran las gargantas y se rasgan las cuerdas vocales entre ‘fuckings’ y animadas guitarras (“St. Jupiter”, “Michael Keaton”), recuerda a una versión limpia de John McCauley de Deer Tick y Middle Brother. La mayor parte del disco se entrega a medios tiempos y baladas (“Let Only Love Remain”, “Dive”) con tintes algo más comerciales (“Breakdown”) y accesibles, acompañado por una guitarra acústica y poco más. Con “The Weakness” Ruston Kelly habrá exorcizado sus demonios y nosotros tenemos un puñado de canciones con las que acompañar un viaje de esos de ventanilla bajada o de tirarnos al mar, como en “Holy Shit”. Todo está bien.
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