iNUiNUiNU

Rojuu dejó el listón muy alto con aquel “Los sueños de nube”. Más que un disco, aquello era una entrega del propio imaginario del chaval. Veinticinco canciones que, hiladas por una trama común, acompañaban a un cómic elaborado íntegramente por él. Lo que trae ahora Rojuu es, inevitablemente, más sencillo: “iNUiNUiNU” (“perroperroperro” en japonés) es un disco más borroso, pero también personal y adictivo.

Siempre pienso en la estampa del cantante pidiéndose un Cacaolat y unos huevos fritos a las cinco de la tarde en la entrevista con Mondo de hace unos años. “iNUiNUiNU” suena un poco a eso: a ese chico inocente y tierno con un mundo interior tan amplio que los géneros se le quedan cortos. En este décimo disco (recordemos que tiene veintidos años…) ha hecho hueco a ese shadowpop tan suyo, pero también al rage (“Halloween”), al hyperpop, al breakcore, al emo trap, a los sintetizadores ochenteros (“Sabio y viejo perro”) e incluso a una especie de rap desenfadado (“Lucky”) que está teniendo un generoso recibimiento. Todo, eso sí, sin una gota de instrumentos orgánicos ni voz limpia de autotune. Y no me extrañaría que desde su propia habitación. Tampoco importa: imaginarse a Roc encerrado en su propio cuarto, rodeado de videojuegos, figuras de anime y dibujos de desamor se hace más fácil así.

Manchadas de desamor, de samples de ladridos y de sus experiencias por el país del sol naciente (allí pasa largas temporadas el catalán), estas trece letras esconden tantas referencias que habría que sumergirse muy profundo en su lore para entenderlo todo. Por apuntar algunas: los “pantalones Evisu” en “San Rojuu” son una marca famosa en Japón; el “Atré”, un centro comercial de allí; Kabukicho, el barrio rojo de la capital; o la melodía final de “Lucky”, el jingle que suena cada vez que alguien entra en la tienda de conveniencia Family Mart. Se podría seguir hasta el infinito, porque Rojuu es así: una mente brillante capaz de conectarlo todo y que busca – y tiene – a fans que lo sigan en todas esas relaciones.