Se reproducen como esporas. Siguen surgiendo de Canadá como por generación espontánea decenas de proyectos articulados desde la más pura independencia con un más que notable nivel cualitativo, si bien el caso de Nick Diamonds y J’Aime Tambour (núcleo central de esta banda debutante de Montreal) no es el de unos recién llegados.
Antecedentes: ambos formaron parte de Unicorns, combo de breve trayecto nacido a finales de los noventa con evidentes filias hacia el sonido del colectivo Elephant 6 y las mesmerizantes melodías expansivas de los Flaming Lips en su fase de plenitud. El resultado de su nueva encarnación: una libérrima y versátil pócima en la que caben los tintes épicos en línea directa con el referencial binomio Arcade Fire/Broken Social Scene (“Swans”), los teclados de juguete al mando de melodías deliciosamente naïf (“Rough Gem”), las sonoridades vodevilescas heredadas de Ray Davies (“Humans”), canciones de una luminosidad tan refulgente que son capaces de alegrar el día más aciago (“Jogging Gorgeus Summer”) y un descacharrante sentido del humor (el título de “Don´t Call Me Whitney, Bobby” lo dice todo). Con profusión de pianos, cuerdas y vientos. Con la confianza de los grandes trabajos que acaban estando a la altura de su desmedida ambición.
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