Pulso
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Pulso

7 / 10
Holden Fiasco — 22-12-2025
Empresa — Autoeditado
Género — Rock

Coloso publica “Pulso”, cinco canciones que, agrupadas, además de convertirse en epé, hacen también la función de presentación general. Es el primer trabajo de una banda formada por cinco músicos con recorrido y ascendente en la escena local. Lo sacaron el pasado mes de octubre y lo presentaron hace tan solo unos días en Nave 9, Bilbao. Grabado en Mecca, pero masterizado y mezclado por Eñaut Gaztañaga, el disco se significa por una identidad madura y depurada que probablemente sorprende cuando se habla de un grupo nuevo.

Suenan, desde el principio hasta el final, inmediatos y naturales. Las canciones guardan una analogía que hace pensar en un producto bien fundado. Por ejemplo, las cinco se caracterizan por un sonido nítido, por una producción elegante, que, sin embargo, no abusa de ornamentos excesivos. Ninguna baja de los tres minutos ni alcanza los cuatro. Todas se mueven por una pauta compartida: resbalan por los límites del rock alternativo para permitirse tinturas sugerentes. Si necesitas que te suelte unos cuantos nombres de otras bandas para situarte - pericia que no se incluye entre nuestras virtudes - te haría una lista dubitativa en la que incluiría a gente como Soundgarden, Deftones, Incubus, A Perfect Circle, Enter Shikari… Coloso, sin embargo, van más allá de la etiqueta que acabo de usar, que no se sabe si quiera muy bien lo que es.

Sobre todo, como decía al principio, suenan propios y establecidos. Las cinco canciones ahondan en un mundo simbólico compartido, tanto por la inspiración lírica, como por el enfoque que hacen de las estructuras y los plisados de la composición, jugando con los contrastes rítmicos, las texturas y las tonalidades. En todas ellas hay pinceladas, pormenores, entresijos y enigmas que puedes descubrir. Ya sea por cómo modulan la argamasa rítmica, por las variaciones en el fraseo o la alocución, gracias a la sutileza de los sintetizadores, o, a menudo, por la expresividad de las guitarras, siempre consiguen generar esos detalles que, en cualquier caso, contribuyen a la redondez de las canciones.

Es fácil verlo en los comienzos y los finales. A veces, abren los sintes, otras las guitarras, o, en “Tormenta”, por ejemplo, el trabajo en los platos evoca perfectamente la referencia del título. Pueden ser atmosféricos al principio, pero también rozar la épica o mantener una tensión que nace. Lo mismo en la resolución. Por ejemplo, en los cincuenta segundos finales de “Leviatán”. Por el medio, sucede lo mismo. Las guitarras se deslizan como por un pasadizo trasparente hasta que aparecen enfáticas en el puente, los estribillos se alargan si procede, los contrastes se repiten y se combinan, la intensidad diverge, el ritmo se expande o se contrae o puede que hasta se transforme. Y todo contribuye al conjunto, consiguiendo que la dinámica y la fluidez de la canción no pierdan naturalidad ni empuje.

En las letras, bien articuladas, rozan la épica, practican la introspección e invocan humores como la resiliencia y la intrepidez. Utilizan una imaginería emotiva, con referencias siderales; como en “Orión”; espirituales, como en “Leviatán”; meteorológicas, como en “Tormenta”; o mitológicas, como en “Juggernaut”. Todos los títulos parten de una palabra clave que se menciona en la letra, aunque no tenga por qué estar privilegiada en el estribillo.

Acaban de empezar, aunque no sean unos recién llegados, y parece que tienen camino por delante. No sé si llegarán hasta Orión, pero ya se les ha podido escuchar en la ribera del Nervión. Con este se les coge el pulso. Ahora queda que te lo aceleren.

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