No se le niega a la banda de Portland una original manera de afrontar su carrera y salirse por la tangente. Sólo en 2012 publicaron un EP de carácter navideño y fueron sacando una serie limitada de distintos retratos con portadas de canciones que a la postre desembocarían en su cuarto disco de estudio, “Privilege”. Zac Penningtone es un tipo peculiar, melodramático, con sobrado talento, y que para presentar su último disco se lleva a su banda a una lancha que se cae en pedazos y tocar “Curtains”, una especie de balada que cierra un trabajo algunos peldaños por debajo de sus predecesores. Los ecos de cierto pop británico de los 80 (The Smiths principalmente) y 90 (Hefner) se difuminan entre sintetizadores y melodías poco previsibles que, no obstante, difícilmente logran captar la atención del oyente. Mal asunto si la música pop nos aboca a la indiferencia. Nos quedamos, en todo caso, la acústica “Evelyn McHale”, “The Pornographer” y “Careful Who You Dance With”, tecno-pop con un punto adictivo.
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