Ni mucho menos. Creo que ningún disco ya de Bettie Serveert conseguirá desvanecer de nuestra memoria las huellas de un “Palomine” que, a punto de cumplir nueve años, hiere con la misma fiereza que antaño. De todos modos, “Private Suit”, su nuevo disco, transmite vibraciones positivas. Se perciben en su elegancia y serenidad las arrugas de la madurez, la inteligencia de la experiencia, la melancolía de la reflexión. Bettie Serveert, con la ayuda de John Parish en la producción, han comprendido, como muchos ya hicimos hace un tiempo, que la clave de “Palomine” para encauzar el presente no eran las formas (ya irrepetibles), sino el fondo. “Private Suit”, como su debut, parece abrir un nuevo ciclo en su carrera, enterrando signos del ayer, despertando los del mañana. Con canciones propias, personales, íntimas y seguras de sí mismas: libres y verdaderas. Sin trampas ni movimientos en falso, Bettie Serveert nos han entregado con “Private Suit” una preciosa demostración de madurez y crecimiento interior.
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