Nos encontramos ante la nueva entrega de uno de esos músicos que vive por y para la música, cosa que además demuestra en cada una de sus lanzamientos. Marcado por unos arreglos exquisitos, “Pixel Revolt” es un disco tan hipnótico como adictivo que parece un paso más del autor hacia su obra definitiva, algo así como un Brian Wilson buscando su “Pet Sounds”.
Este arquitecto del sonido analógico, que rehuye cualquier amago de grabación digital, se supera a sí mismo con canciones del calibre de “Plymouth Rock” o “New Zealand Pines”. En cuanto a letras, este álbum también le gana la partida claramente a sus predecesores, porque Vanderslice parece haber ganado seguridad en sus metáforas y sus juegos de palabras y, sobre todo, porque parece importarle poco hablar de las deficiencias de la administración Bush para, acto seguido, tratar con dulzura el tema de una antigua novia que perdió a su mascota favorita. Todo tratado con la misma exquisitez, sin fisuras. Quizá esté condenado a las minorías pero para éstas discos como “Pixel Revolt” son, sin duda, una dulce condena.
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