Qué fácil es quejarse y esperar a que te lo den todo hecho, qué bonito es decir que el punk ha muerto y sentarse a hacer tiempo a ver si, como por arte de magia, aparece el próximo gran grupo de chavales con chupas de cuero y crestas a gritar soflamas panfletarias contra el sistema… porque eso es lo que tiene que ser el punk ¿no? Pues, obviamente no. El punk, a diferencia de lo que defienden los rancios puristas, es como cualquier otro estilo de música: evolución y, sobre todo, libertad creativa. Dentro de esas variables innegociables ¿por qué no aprovechar, entonces, las ventajas que nos da la tecnología para escribir canciones? Eso es, precisamente, lo que Peibol lleva años haciendo desde su casa, bien en sus proyectos en solitario, o bien junto a Txarly Usher en Opium Tea.
En este caso, el músico vizcaíno nos presenta “Los monstruos somos nosotros”, un auténtico catálogo de la miseria humana, en el que pretende dar salida a sus propios demonios, a la vez que nos pone a todos y todas las demás ante un espejo que refleja dolorosamente, y con una absoluta veracidad, la triste realidad que vivimos día a día. Sonidos oscuros que se van clavando en lo más profundo de nuestro ser, al ritmo de soniquetes que se mueven en el espectro sonoro de unos Joy Division encabronados o unos Eskorbuto electrificados… electrónica punk que deriva, en ocasiones, en cosas que nos recuerdan a grupos actuales como, por ejemplo, Sleaford Mods.
A lo largo de los nueve temas que forman el nuevo álbum de Peibol no hay un solo momento de respiro para pensar de dónde nos llegan las hostias que nos golpean constantemente y que hacen de “Los monstruos somos nosotros” uno de los trabajos más honestos que hemos escuchado en los últimos años.
Actitud, coherencia y verdad… A ver quién tiene cojones para negarle a Peibol su carnet de punk.
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