Ocelltambor
DiscosArnau Obiols

Ocelltambor

7 / 10
Toni Castarnado — 21-11-2025
Empresa — Segell Microscopi
Género — Vanguardia

Aunque parezca lo contrario, esto no es nuevo para Arnau Obiols. Ya de pequeño, en casa de sus padrinos, creaba ruidos y sonidos con los objetos que se encontraba por allí. Mientras otros con su misma edad iban detrás de una pelota de fútbol, él se entretenía en un bosque observando el paisaje e inventando música. Cualquier cosa le valía, ya fuese un palo o el danzar de las hojas de un árbol. No sé si entonces era consciente, pero él lo que hacía era improvisar. Y así hasta hoy. Con otros métodos y, seguramente, más medios, pero con la misma idea.

La naturaleza es el medio en el que se siente cómodo y, sobre todo, muy libre para actuar. Además, Obiols no se queda solo en la superficie. Hay mucho que añadir, lo que parece una receta sencilla es, finalmente, un plato complejo. Obviamente, en su obra hay mucha percusión, pero también electrónica, sintetizadores, acordeones, saxos, sonidos de campo o voces colectivas (entre ellas la de Alba Careta). Así que, en su globalidad este es un disco que se presenta como una experiencia donde también caben los silencios, la contemplación y el trasfondo de una humanidad que está al límite y ajena a las cosas que importan.

Más allá de esos detalles, Arnau Obiols, con la producción de Santi Careta, presenta ese amplio catálogo de habilidades. Para quien no lo conozca aún (su currículum es inmenso, con un sinfín de colaboraciones y proyectos), puede ser una puerta de entrada a un universo fascinante. Sí, es folk, jazz y vanguardia al mismo tiempo, pero no se queda solo en esa parcela. A él la tradición le alimenta, así como también la innovación. O como dice una voz al final de “El pardal”: vale más tener poco y ser feliz que tener mucho y no serlo. Así que, a disfrutar de la excursión.

 

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