Hubo un momento en que Niall Horan tenía dos temas acercándose a los 500 millones de reproducciones de Spotify ('Slow hands' y 'This town'), mientras Harry Styles solo tenía 'Sign of the times', que además se conformaba con conseguir “solamente” 200 millones. Años después, está claro que las cosas han cambiado, pero no significa que Niall se haya pegado un batacazo como se lo pegó el pobre Zayn (que tuvo temas superando el billón de escuchas pero no ha vuelto siquiera a oler esas cifras). El irlandés ha ido encontrando su hueco con un sonido menos ambicioso pero muy accesible, con una imagen más tranquila y baladitas varias en la línea de un Lewis Capaldi o Ed Sheeran.
Allá por las islas, Horan ha seguido solidificando una imagen más adulta siendo uno de los coaches de 'The Voice'. Con Styles como superestrella mundial, Tomlinson orientado más hacia el rock, Payne como pollo sin cabeza y Zayn en su burbuja, Horan ha encontrado su hueco aquí y, en cuanto a méritos artísticos, con este disco consigue ser el segundo de los One Direction que actualmente ofrece un material más interesante. Aunque repite con TMS y con los ya colaboradores de One Direction John Ryan y Julian Bunetta, añade en la producción a Matt Zara (Julia Michaels, ALMA) y, ojo, a Joel Little, el primer productor de Lorde (pre-Antonoff), con quien la neozelandesa hizo el maravilloso 'Pure Heroine'.
Y realmente hay en 'The Show' una pequeña evolución en sonido, aunque siga el punto de baladita inofensiva de vez en cuando. El lead single 'Heaven' es bastante decente (y decidme que no os lo imagináis sonando en un festival a eso de las siete, con el sol empezando a abrasar un poquito menos), 'If you leave me' y 'Meltdown' (ese vocoder) son también más uptempo, hay incluso explosión de saxo en la springsteeniana 'Save my life', etc. También destacan 'Science', 'You could start a cult' (a medio camino entre las canciones de hoguerita y 'I will follow you into the dark') o 'On a like tonight', que recuerda a 'Bitter Sweet Symphony'.
“Este disco es un reflejo del lugar en que me encuentro hoy como persona, como músico y como compositor (...) suena como algo que haría alguien de treinta años, no una versión más joven de lo que ya hice antes”, comentaba hace poco Horan en una entrevista a Rolling Stone. Es cierto que la evolución en sonido empieza a estar, no tanto en las letras: aunque hay alguna que llama más la atención como 'Science', 'Heaven' o la simpática 'Never grow old' (“I hope we still dance like we're fallin in love / hope we grow old, but we never grow up / hope we still fight over bands that we love / hope we still cry cause we're laughin' too much”), las letras por lo general tienen bastante margen de mejora para que Horan de con una gran canción como las que tiene Styles. Pero, con todo, ya ha conseguido más que el resto de sus compañeros: al contrario que sus dos discos anteriores, 'The Show' no se hace bola (y es un gran acierto que cierre con 'Must be love'), y es, como él pretendía, su mejor disco hasta el momento, suponiendo un paso de madurez. Habrá que estar pendiente de si el siguiente es su 'Fine Line'.
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