Crystal Stilts (¿cuántos Crystal no sé qué llevamos, por cierto?) suenan antiguos. Añejos. Pero son de ahora. Contemporáneos. Oriundos de Brooklyn (Nueva York), vienen con su tercer disco a Europa en breve para mostrar sus armas. Psicodelia anclada en el 68 y algunos dejes de post-punk garagero que me evoca a los enormes Echo And The Bunnymen de 1980 (inciso: el reciente disco instrumental del venerable Will Sergeant tiene bastante más gracia que el disco que nos ocupa). Más emparentados con nombres como The Horrors o Wooden Shjips, el ahora quinteto adolece de las mismas limitaciones que aquejan a un porcentaje significativo de las bandas contemporáneas: su obsesión por una foto fija del pasado, la recreación impecable de determinados sonidos mitificados y reproducidos hasta la saciedad y, consecuentemente, la nula no ya originalidad, sino personalidad de sus canciones. Para entendernos, esta manera de enfocar la música es al cine lo de “El artista”. La primera vez, está bien. La segunda, tiene su gracia. A la tercera, empezamos a sospechar. Y con la música anglosajona llevamos así unos cuantos años.
muermazo