My Senses
DiscosJodie Cash

My Senses

8 / 10
Kepa Arbizu — 25-06-2025
Empresa — Lucinda Records
Fotografía — Archivo

Pese a lo que se pueda deducir del “apellido” de la compositora catalana Jodie Cash, no existe en su biografía mayor linaje con el ilustre “hombre de negro” que exclusivamente aquel que hace referencia a su admiración e inspiración creativa. Sin embargo, la firmante de este nuevo disco, no está exenta de un árbol genealógico provisto de brotes relacionados muy estrechamente con la música, tanto es así que sus progenitores formaron parte de la mítica banda Los Bombarderos, si bien precursores en buena medida de un impetuoso rock sureño en nuestras fronteras, sobre todo, y respecto a lo que nos interesa subrayar aquí, ejercieron como cuna sonora asimilada con exultante talento por nuestra protagonista.

Más allá de glosar los trazos biográficos de esta intérprete, por otro lado nada triviales si se trata de rastrear su querencia por los ritmos tradicionales de raíz americana, dicha aportación retrospectiva resulta muy ilustrativa para descifrar el significado de un trabajo que, por una parte, se encamina hacia una puesta en escena más clásica, y con ello se reúne con los inicios de su discografía, mientras que en paralelo supone una mirada intimista a su propio bagaje existencial. Un recorrido en busca de páginas de su álbum fotográfico familiar que se detienen sobre todo en las instantáneas referidas a su madre, Estrella Cabrera. Un homenaje sentimental pero también una reivindicación de su papel, y el de otras tantas mujeres, demasiado escondido en las páginas de la historia. Una invisibilización, aquí restituida llevando su firma hasta cinco de los temas contenidos en el disco, que inevitablemente asume una trascendencia más allá de lo meramente particular. Sororidad que incluso podemos atrevernos a sospechar que se ha hecho extensible a la decisión de ofrecer las labores de producción a Myriam Swanson, coetánea -también responsable de una reciente publicación bajo su nombre- y compañera de expediciones por unas rutas americanas habitualmente atravesadas por botas masculinas pero que cada vez con más bienvenida frecuencia vemos conquistadas por figuras femeninas.

Puede que por ese mismo sentimiento de proximidad emocional que contiene este álbum la autora catalana haya escogido “revivir” a su banda habitual, Jodie Cash Fingers, para sentarse a su lado en esta ceremonia musical. Una determinación que, más allá de esas posibles motivaciones, redunda en una excelente configuración del ánimo sonoro asumido por este nuevo repertorio. Una presencia instrumental que, al margen de su capacidad para dibujar paisajes melódicos, tiene a Toni Espelta, sibarita pulsador de las seis cuerdas, como aliado en la tarea compositiva en diversos momentos.

Ese punto atemporal y universal sobre el que se instala el disco, donde confluyen pasado, presente y futuro, porque no olvidemos que en la compositora ahora convive la figura de hija y la de madre, tiene probablemente su identificación, tangible y simbólica, más representativa en el tema “I Miss My Man”, que casi a modo de invocación pretérita en su primera versión, aparecida originalmente en su EP “Before My Senses” y para esta ocasión remozada, recoge un breve extracto de una vieja maqueta cantada por sus padres y en la que también se escuchaba el llanto de una niña, de nombre Jodie. Un túnel cronológico que encapsula a la perfección el sentido de este álbum y que además se expresa con una elegante y dulce melancolía, dibujada por un trazo de guitarra que incluso se acerca a Eddie Cochran, que impregna todo el conjunto, transformando la nostalgia en un suspiro vivaz.

No será el único ejemplo de composiciones que ya han aparecido en pasadas grabaciones y que ahora adoptan una nueva vida bajo la actual mirada que presenta este trabajo, como sucede en la tonada eclesiástica atravesada por el consistente ritmo de honky tonk que es “Sunday Mornin'”. Cadencias que, sumadas al tono agudo pero de excelente control que exhibe la cantante, se convierten en el centro de gravedad de un repertorio que antepone un formato de exultante elegancia. Características que convierten a “Eternity”, por mor de su distinguida sobriedad, o a la pieza perteneciente a la banda alemana Truck Stop, “Mary (Said Goodbye)”, impulsada por unos violines que rezuman emotividad, en vástagos de excelsas intérpretes como Dolly Parton o Loretta Lynn. Una condición clásica y orgánica que igualmente compete a representaciones de estremecedora delicadeza -con su contrapunto vocal masculino- que enorgullecerían a Emmylou Harris, tal es el caso de “This Lovely Night”, o bajo la desenvuelta naturaleza pop que arrulla a una “That Light On Me” que, ser creación de esa figura materna siempre presente, exponencia su lírica evocadora.

Pero “My Senses” no es un refugio en el que perviva una asimilación monoteísta de la tradición, porque si por una parte ésta se escabulle de su significado más tierno arengando presencias como la de Wanda Jackson en el contundente rock and roll, anidado entre los recovecos de una harmónica espoleada bajo el aprendizaje del viejo blues, de “Comeback Home”, o por medio de la animada -aunque signifique un obituario canino- ranchera cantada en castellano “Farru”, el calendario estilístico del disco no se quedará varado exclusivamente en fechas vetustas. Un salto hacia el presente que sin desequilibrar en absoluto la identidad global escoge el bello sosiego para trasladar “If You Knew” hasta nuestros días mientras que “Way's Hard” se convierte en un hercúlea composición, por momentos hermanada con Deep Purple, que otra vez su sombrío contenido adopta tintes metafóricos al ser firmado por una Estrella, en mayúsculas y también en minúsculas, que pese a su carácter iluminador también acogió nieblas a su alrededor.

Los sentidos, y sensibilidades, que recoge este extraordinario disco sin duda pertenecen a su autora, pero al mismo tiempo su expresión creativa los convierte, desde el mismo momento en que empiezan a sonar, en propiedad de cada oyente. Jodie Cash ha concebido un trabajo que sin renunciar en absoluto a su adscripción clásica adopta las suficientes vertientes como para describir de la mejor manera el nunca lineal paso de la existencia. La catalana ha desempolvado su álbum familiar no como un suspiro meramente nostálgico, sino como una forma de traducir y explicar su presente, porque aunque su camino solo puede ser escrito por sus propios pasos, que musicalmente alcanzan cima con esta grabación, en cada una de esas huellas pervive la voz de quienes le enseñaron un día a caminar.

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