Ay, si todos los discos gestados en intercambios de archivos a través del océano irradiaran esta química… Nadie diría que diez años separan la primera y la más reciente de estas doce canciones (se compusieron en dos espaciadísimas tandas de seis), ni que son más de 6.000 kilómetros los que separan Philadelphia, lugar de residencia del músico neoyorquino Jesse Sparhawk (Fern Knight – formación gracias a la cual conoció a Montero, en 2007 –, Timesbold o The Valerie Project), del Port de Sagunt (València), que es donde Alberto Montero suele encontrar su inspiración. El único fruto en formato álbum de esta alianza (bases instrumentales de Sparhawk y arreglos, letras y voz de Montero) está a la altura de lo mejor que ha hecho nunca el músico valenciano, y eso es mucho decir si tu discografía cuenta con delicias supremas como "Arco Mediterráneo" (2015), "La Catedral Sumergida" (2018), "El desencanto" (2020) o "Ciudad Dormida" (2024).
Hay rock progresivo sui generis en “Perdona a un introvertido (Forgive An Introvert”), lisergi exquisita en “Frío de la Aurora”, armonías vocales para derretirse en “Lo puedes dejar pasar (When In The Heights)”, arrumacos al jazz en “La Mitad (Oliver’s Castle)”, exquisitez acústica en “Recuerdos (Hummingbird)” y “Duerme la ciudad (Nadir High)” y canciones de pop en mayúsculas – sobre todo, porque esto no deja de ser pop de muchos quilates – como “Desde la canción del amanecer (Best Infection)”, “Siempre (Drop Deez)”, “Rescate de nubes (Cloud Rescue)” y “Life With You (Lil Help)”. Podrían haber nacido perfectamente en Canterbury, San Francisco o Liverpool. Y seguramente generarían más eco mediático.
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