Tears of Joy

Ya llevaba tiempo avisando este gigante neoyorquino que lo suyo era una bendita tara de fabricación. Anomalía que, después de una serie de mixtapes, a cada cual más brillante, ha pegado un salto de impresión con “Tears of Joy”, donde el del Bronx rinde tributo a madre, recientemente fallecida, por medio de una especie de letanía hip hop donde su flow barítono suena más interiorizado que nunca.

En todo momento, MIKE da la impresión de cantar hacia sus adentros, en busca de las emociones que emergen del recuerdo materno. La producción de corte abstracto desplegada por Ted Kamal conecta sin peajes hacia el alma de este rapero de solo veinte años que, a través de cuadros borrosos y escenas de afrofuturismo hidropónico, nos envuelve en pasajes de jazz hipnagógico, tal que en “Scarred Lungs Vol. 1 & 2”, para luego empujarnos a los diluidos ritmos cariocas que nutren “Whole Wide World”. Esta es la segunda parada de una excursión a lo largo de veinte canciones sin red, donde la tradición del soul y el jazz parece haber sido invocada desde la sala de operaciones de The Caretaker.

La presencia de MIKE está más cercana a malabaristas de la palabra como Gil Scott-Heron que a cualquier figura del trap actual. Bendita anomalía capaz de hacernos flotar a través de un rap cósmico como “Summer 17”, piedra angular de este trabajo, por la que Cannibal Ox habrían matado en su decepcionante regreso.

Por todo esto y mucho más, la sensación desprendida por MIKE en este disco es la de estar ante un entomólogo de las texturas y la perversión onírica de estilos habitualmente ajenos de dichas propiedades ensoñadoras. Como un primo lejano de Gonjasufi, James Ferraro y demás artistas de la evasión terrenal.