El que avisa no es traidor: aquí no encontrarás nada del sonido de metal tribal que el baterista brasileño Iggor Cavalera impuso desde Sepultura a mediados de los 90s, ni de las inserciones en el dub y el punk del guitarrista milanés Eraldo Bernocchi. Claramente quien menos se movió en este disco de los sonidos que lo llevaron al culto es el japonés Merzbow, dios terrenal del noise.
El disco los muestra abocados al arte de combinar ruidos sin alterar por demás la calma. Los dos tracks que lo componen, ‘Swetenia Macrophylla’ de más de quince minutos y ‘Ceiba Pentranda’ que excede los 17, sostienen una tensa calma y proponen una escucha 100% activa, sería una tarea impracticable apreciar el quehacer del trío sin prestarle atención al sonido.
Posiblemente lo más interesante del disco sea confirmar que la vasta experiencia de estos tres músicos los encolumna en un lenguaje que llamativamente encuentran en común, porque más allá de que estas sonoridades son reinas en el sistema de la interpretación personal, parecieran tener un sentido definido, al menos de eso nos intenta convencer la gacetilla de prensa, que es bastante más entretenida de leer que el disco de escuchar.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.