Siempre igual

Se ha escrito mucho sobre la relación entre la desaparición de las abejas y el inexorable fin del mundo, pero no es momento de alarmas. Estamos de celebración. El presente “Siempre igual” supone el esperado regreso de la banda Me and the Bees al completo, esto es como cuarteto, tras un “Menos Mal” (La Castanya, 17) grabado y presentado en directo como trío. Junto a la feliz vuelta de las guitarras aguerridas de Eli Molina (Fighter Pillow) a la formación, la principal novedad en este cuarto disco es el cambio de idioma. Con sus zumbidos en castellano, sus melodías dulces como la miel resultan más pegadizas si cabe.

“Siempre igual” aglutina muchas experiencias personales, sentimientos reales, reivindicaciones necesarias, temores compartidos y alguna punzada de rabia. En la inicial “Nostalgia” confiesan sin rodeos que echaban de menos la banda (“Me gusta tanto esto… y tú”), mientras en las afiladas “Llorería” y “Tú no” apuntan con sus aguijones contra esas cosas que les (nos) perjudican (“Esto es extraño, nos hace daño. Olvídame. Te olvidaré”).

En este disco de pop guitarrero grabado con Borja Pérez (Saïm, Tiburona, Sandré) también hay despedidas como la sentida “Aurf!” (“todo lo cura el tiempo”), ajustes de cuentas como “Así son las cosas y así se las hemos contado” (“estás muerto en mis sueños”) y, cómo no, mucho amor del bueno en la canción que da título al disco (“aunque pasen los años, con el puño bien alto, sabes que mi amistad es amor”). El cierre llega con  “Ofensiva sónica”, un corte que parece escrito por la mismísima Kim Gordon de Sonic Youth (“no quiero confundirme y darte otra oportunidad”).

Si bien nuestro planeta siguió girando en estos ocho años sin el aleteo musical de nuestras abejas favoritas, ahora es un poquito más bonito con este “Siempre igual” a todo volumen.