Este nuevo disco, fruto de la cabezonería de Carol Van Dijk y Peter Visser, es tan bueno como aquellos, pero es el contexto el que de nuevo parece no acompañar. Su leyenda, la del grupo incapaz de superar una primera obra supuestamente maestra, permanece ahí; pero ellos siguen a la suya, armando canciones de corte clásico y escaso artificio en las que la voz sigue siendo el principal argumento de enganche, tanto para bien como para mal. En mi caso, el repaso es a todas luces positivo -a pesar de “The Ocean My Floor” y “The Love-In”: malas formas para terminar- ya que “De Diva”, “Smack”, “Log 22”, “Not Coming Down”, “Wide Eyed Fools” o “Given” son temas con la suficiente entidad compositiva e interpretativa como para sacudirse de una vez por todas esa molesta y rutinaria tibieza que tiñe, casi por decreto y desde hace más de una década, la valoración de un trabajo artesano, sí, pero también devoto y capaz de emocionar tanto como el primer día.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.