Love Made Trees


A J Lloyd, treinta y tres por ciento del ahora trío Jungle, se le había quedado corto lo de tan solo sacar un disco nuevo cada dos o tres años con su banda madre y necesitaba volver al ruedo antes de que su compañero de mil batallas, Tom McFarland, estuviera listo para una nueva empresa. Por ello, y junto a Lydia Kitto (nuevo fichaje que la formación presentaba en sociedad hace unos meses), ha comenzado a dar rienda suelta a su imaginario retro de forma paralela a través de Loaded Honey, un flamante proyecto que bien podría ser definido como el hermano azucarado y meloso de Jungle.

Así lo subraya la dupla con el título escogido para su disco debut, “Love Made Trees”, con el que dejan claro su propósito sin llevar a nadie a equívocos. Un almibarado combinado de soul y R&B añejo, conferido para desatar pasiones desde un prisma más tierno y cinematográfico del que hasta ahora nos tenían acostumbrados. Como si de una fotografía en movimiento de los años cincuenta se tratase, Kitto y Lloyd revisan las melodías doo-woop, las armonías vocales y las baladas con coros, adaptándolas al pulso actual de los tiempos a partir de una producción nítida y preciosista que nos hará viajar al pasado.

A pesar de que el modus operandi de la propuesta sea similar a lo que Lloyd venía haciendo con su proyecto principal (valiéndose de una técnica sofisticada, construida a base de samples con insignia y de un ensayo audiovisual que acompaña cada tema), Loaded Honey nos brinda un espacio más delimitado, prescindiendo de colaboraciones de quita y pon y de excesos innecesarios (a su acústico y minimalista tema homónimo nos remitimos). Hay un giro sustancial en su sonido, que en más de una ocasión nos hará sentir que aquello que nos ofrece la dupla es lo que queda si a Jungle le quitas el flow, la guasa y las coreografías salvajes. Descafeinado, sí, pero no por ello menos efectivo.

Tomémoslo como el relato sonoro de lo que sucedería a posteriori de haber dado el do de pecho tras un vibrante directo de Jungle. Las cortinas de blanco satén se descorren y nos retiramos con esa persona a un rincón más íntimo de la pista. La orquesta solo toca para nosotros, el resto de invitados se han marchado ya y las declaraciones entre susurros y falsetes se suceden a ritmo de groove aterciopelado (“Don’t be gone, I belong in your arms”). Y aunque sea precisamente esa distinción con garbo lo que en ciertos momentos nos acabe cargando (con un prolongado uso de voces agudas y arreglos de postín), es imbatible que con temas tan pegadizos como “Don’t Speak”, las congas juguetonas de “Lessons”, el impecable y prometedor vibrato de Kitto en “Tokyo Rain” y los punteos tórridos de “Only Gonna Let You Down”, el proyecto demuestra saber cómo tocar la tecla adecuada.

Prescindiendo del dinamismo de sus anteriores zagas, “Love Made Trees” se siente como una tangente que abraza el intimismo y la emoción sin renunciar a esos principios estéticos nostálgicos que ya conocíamos en Jungle. Si bien se dejan por el camino la grandilocuencia rítmica y la euforia colectiva, la sociedad conformada por Lloyd y Kitto convence desde la sutileza y confirma que, además de sacudir la pista de baile, cuando quieren también saben cómo acariciarnos el corazón.