Still Life
DiscosLittle Cub

Still Life

7 / 10
Silvia Suárez — 12-06-2017
Empresa — Domino
Género — Pop

¿Es posible el equilibrio entre la idea transversal de una letra melancólica y un ritmo para bailar? No es la primera vez que un artista se pregunta esto y sale victorioso de la apuesta (Foals, Gold Panda, James Blake…). A pesar de que éstos ya cuenten con armas bien definidas (punteo, estructura, producción, etc), Little Cub aspiran a jugar en la liga de los grandes desde su primer intento. "Still Life", su debut en largo, contiene tantas formas de acercase a esta combinación entre melancolía y baile como temas hay en él.

En este caso mediante una letras honestas y abiertas, como una herida sin tratar, que se suceden a modo de biografía bajo la ordenada voz de Dominic Gore, y que a su vez se ensamblan en una base electrónica (a veces más lineal, a veces más volátil). Éstos, en resumen, podrían ser los cimientos de la propuesta de este trío londinense.

Partiendo de una clara inspiración 80's (no en vano citan a Joy Division o New Order como influencias clave), los sintetizadores cobran vida propia marcando el ritmo de cada tema y rifándose los turnos con el resto de instrumentos. En ‘Too Much Love’, la guitarra acompaña el pulso; en ‘Death Of A Football Manager’, la batería. Hay un halo vanguardista que hace que Still Life no caiga en el saco de tantas otras propuestas vintage, con pretensiones de emular a los referentes del género o de colocarse en la cima del Disco conceptual. Little Cub son y están en esta época, o más adelantados si cabe, quizá por esa falta de ornamentación estilística.

Un segundo concepto, probablemente el más central, es el que representan las letras en esta ecuación. Su vocalista aprendió a componer en una librería, con afán de emular a Oscar Wilde y, sin embargo, sus letras no pueden ser más mundanas en su contexto. La forma, casi leída, atiende a la simplicidad con la que se manifiesta una identidad social, acorde con los excesos de la modernidad.

Sea como sea, hay dos temas que reflejan el potencial de esta banda y que constituyen la columna vertebral del abanico de este pseudogénero; el resto, pasa de puntillas sin hacer todo el ruido que quizá debería. ‘Hypnotise’, quizá el mejor tema del disco gracias a una incendiaria prosa que, a pesar de su simple vocación política, acaba siendo un canto a la problemática social y a la indiferencia popular provocada por la clase gobernante y las redes sociales. Por otra parte, ‘Closing Time’ habla desde una perspectiva más personal, ahondando en el sentimiento de lo que supone vivir el proceso hacía la edad adulta de repente y sin vuelta de tuerca. En este caso, el poder del mensaje viene acompañado por una base instrumental sencilla pero hipnótica, que consigue meternos casi sin querer dentro de sus cabezas. Es el caso también de ‘Hypnotise’, con una cadencia más frenética y eficacia de largo plazo; el ejemplo de que la pregunta del principio se puede responder y de una forma más que decente.

Si bien la cuidada producción (a cargo de la propia banda e inspirada en la de Caribou) se agradece, inevitablemente se echa en falta un atisbo de espontaneidad, inmediatez o irreverencia para tratarse, al fin y al cabo, de un primer LP. Pero es que Still Life es un disco de contrastes encubiertos; probablemente es tanto la sutileza de su forma (desde los arreglos a la voz) como la contundencia de sus letras lo que le hace destacar al primer trabajo de los británicos por encima de otros de su raza. Un valiente ejercicio de auto-ayuda y de deseo a partes iguales. Little Cub podrán llevar tan solo un año unidos como banda profesional, pero tanto su madurez emocional como sus referencias musicales nos hacen pensar que podemos estar ante una banda que en consecuentes trabajos no caerá en la simpleza a la que sistemáticamente aboca la maquinaria industrial.

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