La Paloma se posicionaron, hace dos años y en base al que fuera su magnífico debut “Todavía no” (La Castanya, 23), en la zona noble de aquel pelotón de bandas jóvenes empeñadas en recuperar, de una u otra manera, la vigencia del indie-pop/rock de guitarras. La formación parece afrontar, con la despreocupación de quien se siente seguro de sí mismo, el teóricamente complicado disco; ese encargado de refrendar sensaciones y determinar si el grupo en cuestión queda como flor de un día o, por el contrario, apunta a firme proyecto en el que cabe confiar.
La respuesta del grupo madrileño es “Un golpe de suerte”, certero puñetazo en la mesa que no deja espacio para las dudas, imponiéndose como una continuación de idéntica efectividad que su antecesor. El trío confirma, de este modo, su espectacular olfato para los estribillos, y también su capacidad para narrar con fiable costumbrismo ese entorno que hace las veces de escenario vital, al tiempo de materializar así un mensaje que conecta directamente con sus seguidores (no en exclusiva, pero sobre todo con aquellos con los que comparten generación). Un lanzamiento que transmite sensaciones como pena, miedo e incluso asco, apuntando a lo autobiográfico como motivo inspirador al que añadir un toque de chulería castiza redondeando el asunto.
Reflexiones consecuencia del poder empático vibrante en las composiciones de La Paloma, elemento que vuelve a latir con intensidad arrasadora a lo largo de estas once nuevas piezas que asumen el desencanto latente en las letras y también su indie-pop incendiario. Un lote que incluye temas tan redondos (y de nuevo con ecos noventeros) como “Sé lo que quiero”, “Elegante”, “Si no me muevo”, “En mucho tiempo”, “Intacto”, “Sale el sol” o “Espada”, si bien cada uno de los seleccionados puntúa al alza. Las cualidades de La Paloma vuelven a supurar en la presente entrega, en forma de canciones afiladas con alma de single, aceleradas, directas y pasadas por el tamiz de personal creatividad del combo.
“Un golpe de suerte” se antoja como un disco continuista en el mejor sentido del término, tras resultar prueba inescrutable de que la banda mantiene el mojo y es capaz de extender virtudes sin renunciar a afrontar caminos, fórmulas o medios que potencien su propio recorrido como creadores. Un álbum empapado en una inmediatez de lo más favorecedora, en lo que no es sino un rasgo santo y seña de la casa que La Paloma manejan como pocos: canciones atemporales a partir de los tiempos que corren y capaces de alojar un endiablado recado contemporáneo.
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