Se la compara con Kate Bush y hasta con Joanna Newsom por ese timbre de voz infantiloide que puede llevar al rechazo auditivo en las primeras escuchas. Pero la joven Alex Winston, originaria de esa cuna de la Motown llamada Detroit, dejando las primeras impresiones naïf de lado, se postula con su primer largo como una de esas novatas damas del pop de nuevo cuño capaces de agradar honestamente a todo hijo de vecino. En “King Con” encontramos todos aquellos hits de sus dos Ep’s previos causantes del hype (desde “Velvet Elvis” hasta “Sister Wife”, pasando por “Locomotive” o “Fire Ant”). No obstante, la prueba de fuego de las piezas inéditas la supera con creces, prescindiendo ya de paso del halo lo-fi de sus primeras composiciones, al ponernos sobre la mesa un arsenal de futuribles hits que, si el mundo fuera justo, deberían aportarle el reconocimiento que se merece. Ya sea con “Host” (cuyo estribillo puede rememorarnos a ese guilty pleasure que es “Party In The U.S.A.” de Miley Cyrus), el pop de botas camperas sureñas de “The Fold” o “Last One” (un tema que le iría perfecto a Florence Welch si no pecara de excesiva), la multiinstrumentista se apropia de los fantasmas de las subculturas estadounidenses para facturar un disco fresco y disfrutable.
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