No se sabe muy bien porqué, pero hay artistas que, pese a tener talento a raudales, intuición artística y un estupendo primer disco de debut, no logran hacerse hueco entre público y critica. Es el caso de Charles Costa, un niño pijo de West Londres que se esconde tras el grandilocuente pseudónimo de King Charles.
Si es la primera vez que oyen hablar de él, cosa nada extraña, decirles solo que empezó su aventura en solitario (antes había tocado con Adventure Playground, banda que se disolvió en 2008 y que había teloneado a Laura Marling) ganando por voto unánime el Concurso Internacional de Cantautores de Nashville, en el jurado del cual se encontraban figuras del calibre de Tom Waits, Jeff Beck o Jerry Lee Lewis. Casi nada. Esto le valió firmar con Universal Republic a través de su sello independientes del Reino Unido, MI7 Records, y gravar "LoveBlood", un espectacular primer disco de pop fresco que contiene perlas como “Coco Chitty” o “Wilde”. También incluye “The Brights lights”, tema que cantan los archiconocidos Mumford & Sons, banda que acompañó como telonero en las giras por Reino Unido y Estados Unidos En "Gamble for a Rose", su segundo disco de estudio, las relaciones con ellos se estrechan aún más y confía la producción a Marcus Mumford.
Cantante, compositor y multinstrumentista luce una estética cuidada resultado de mezclar el morbo de Johnny Depp en Jack Sparrow y la elegancia natural de Prince. Aunque hace bandera de este porte británico que Dios le ha dado, su música se acerca, y mucho, al sonido yankie. Ryan Adams o Conor Oberts por citar dos ejemplos están presentes en los 12 temas moldeados con la suavidad del pop-folk pero que de vez en cuando son sacudidos por ráfagas de rock y solos instrumentales enérgicos. Todo ello con alguna concesión a su Inglaterra natal, como el dandismo pop de Ed Harcourt o algún recuerdo a los Smiths (vean como se abre “Loose Change for the Boatman”). Por último, no puedo dejar de nombrar la versión de “Coco Chitty”, un hitazo incluido ya en su anterior disco que aquí dota de una áurea de misterio y nostalgia (en parte gracias a la voz, en parte gracias a la guitarra eléctrica) sin perder ni pizca de fuerza.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.