Es un hecho indiscutible que Motörhead fue la banda que mejor borró los límites entre el punk y el metal e hizo que fanáticos de ambos géneros, crucen de calle y pongan un pie en el otro. Este tributo a cargo de algunos de los más destacados nombres en la escena punk resalta la urgencia y la rústica desfachatez del repertorio de la banda del inmortal Lemmy Kilmister.
Las versiones que pueblan este álbum llamativamente lanzado por una multinacional son en general bastante fieles a las originales y suelen ahondar en el carácter más sucio del sonido de Motörhead, exceptuando la versión de “Love Me Like A Reptile” a cargo de Slaughterhouse, que por velocidad en plan hardcore californiano y la voz armonizada de Meriel O’Conner hace una refrescante diferencia. Las demás versiones son todo lo rudimentarias que se necesita y comparten una característica fundamental en este entorno sonoro: todas están tocadas desde el corazón y con verdadero amor hacia el grupo tributado.
El podio podría estar formado por lo que sucede en las siguientes versiones: Casualties sumando mugre callejera a “The Hammer”. La irresistible “Born To Raise Hell” se convierte en un fiestón en manos de Anti-Nowhere League. El espíritu surfero que Lagwagon le imprime a “Rock N’ Roll”. The Bronx suma pirotécnia a la gran “Over The Top”. Pennywise ha demostrado estar a la altura de “Ace Of Spades” con todo lo que eso significa y deja lugar al beat contagioso de Rancid que es aplicado genialmente a “Sex And Death”. Como corolario, cierra la placa “Neat Neat Neat”, la colaboración, ahora nostálgica, entre The Damned y los mismísimos Motörhead.
“Killed By Deaf” se puede definir como una especie de “Real Book” de ese género a medio camino entre el rock'n'roll, el metal y el punk, precisamente llamado Motörhead.
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