A sus 72 años y a pesar de seguir enrolándose en proyectos cinematográficos de celebrado cuño, Jeff Goldblum no abandona su sobrevenida faceta de jazzman y continúa ensanchando su leyenda de outsider hollywoodiense que le define de la mano de un tercer disco junto a la Mildred Snitzer Orchestra. En “Still Blooming” (25), además de regalarnos una nueva muestra de elegancia y savoir faire supino, el polifacético entertainer no esconde su escaso interés por la inmediatez imperante y firma un delicioso espacio de distensión a la Broadway desde el hedonismo y la nostalgia.
Con coherencia hacia su marca personal, las nueve canciones de “Still Blooming” se sienten como un “fan service” en toda regla. Un retorno canónico a todo aquello que llevamos disfrutando de Goldblum y su banda desde que el actor debutara musicalmente en 2018 con “The Capitol Studios Session”: armonías espontáneas y vivaces, estándares revisionados, improvisación cuidada al detalle, sofisticación sincopada y como no, colaboraciones de altura. Y es que es evidente que su reciente periplo por el mundo de Oz ha debido de marcarle significativamente, pues para este nuevo largo tiene a bien rescatar a las protagonistas de “Wicked” para condimentar dos de los cortes más destacados del mismo.
Ariana Grande tiene el honor de abrir fuego con “I Don’t Know Why (I Just Do)”, sumando su nombre a la extensa lista de voces que han interpretado a lo largo de la historia este clásico atemporal de ternura color satín (Frank Sinatra, Jerry Lee Lewis, Dean Martin, Linda Scott...). La joven diva incorpora desparpajo pop a la ecuación, al tiempo que la vemos presumiendo de distinción y demostrando que no hay reto vocal capaz de intimidarla. Cynthia Erivo, por otro lado, se regala entre acordes de Hammond y siluetas de saxofón para “We’ll Meet Again”, convertida en una deslumbrante Vera Flynn de ébano.
De las bambalinas de “Asteroid City” también comprobamos que Goldblum sacó petróleo, pues si había alguien en aquel rodaje capaz de arrebatar al respetable a partir de sinuosos compases de bossa nova esa era, sin duda, Scarlett Johansson (“The Best Is Yet To Come”). Las flautas, sin embargo, soplarán en “Stella By Starlight” con Maiya Sykes, y por supuesto, tampoco nos quedamos sin oír al propio Goldblum, oculto en un pacato segundo plano hasta el acto final, “Ev’ry Time We Say Goodbye”, donde se despide de nosotros con una solemne y crepuscular mueca a Cole Porter.
Las luces bajas titilan sobre nuestra copa de Martini blanco. La banda nos advierte que también ha venido a jugar y a robar aplausos por cuenta propia. Para ello, sus pintureros miembros no dudarán en recurrir a las partituras de los mejores terceros, a fin de lograr que este exquisito pasadizo de virtuosismo orquestal nunca termine: Plas Johnson (“The Grease Patrol”), Sonny Clark (“Blue Minor”), Thelonious Monk (“Bye-Ya”) o Bud Powell (“Bouncing with Bud”) son tan solo algunos de los muchos homenajeados en una noche donde la música continúa floreciendo.
Pues aunque percibamos cierto grado de monocromía en la hoja de ruta que Goldblum defiende, es precisamente el grato reencuentro con una geografía musical reconocible lo que colma de comodidad y capricho la experiencia de seguir escuchándole en un nuevo LP. Un hito más en la doble vida del popular actor y en su anacrónico afán por reivindicar la belleza clásica en un presente de chabacanería y prisa.
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