Los hay muy fetichistas, y no precisamente por podofilia, en este caso concreto –y hasta donde sabemos– la excitación y la recompensa máxima las aporta hacinar máquinas y sintetizadores vintage. El amigo Vincen Fries, esto es Italo Brutalo, está obsesionado con esa cacharrería que para muchos sería artículo de mercadillo, para untarnos con un sonido bailable petado de estímulos mecánicos, y en el que estilos consagrados como el Italo‑disco, la EBM, la synth‑wave, el electro oscuro y el Detroit techno, se asocian de una manera bestial. Mejor decimos en esta ocasión ¡brutal!
Estamos ante el segundo álbum del germano. El primero –disco que ya gozó de muy buenas críticas– apareció en 2022, “Heartware”, y en este mismo sello creado a medias entre él y su pareja: Bungalo Disco. En su regreso vuelve a deleitarnos con soniquetes que son vísceras de la década de los ochenta. Baile y amor supremo por el poder que ejerce la cabina de mandos de una nave espacial digna de un episodio de “Star Trek” dirigido por Paul Lynch, como es su estudio modular en el que todo está conectado. Existe un hermanamiento real entre aparatos colmados de gloria como la E-MU SP1200, el Ensoniq ASR-10 o el Akai S3200. Aunque sí, sean de escuderías diferentes.
Líneas y beats intimidantes para los menos iniciados. Pero puro sexo para los seguidores de artistas como Arnaud Rebotini, The Hacker, Alexander Robotnick, Intergalactic Gary o David Vunk. Es por todo esto, que la salida de este nuevo “Second Horizon”, obra de un tío que sabe muy bien cómo manejar tanta tecla y tanto botón, haya generado tanta expectación en la escena electrónica. Un largo que cuenta con hasta doce pistas, doce clásicos-modernos en los que la síntesis de audio es cálida e incluso nítida. Ya vamos sumando nuevos adeptos. En ningún momento encontramos emborronamiento, ni garabatos innecesarios. Lleva todo a un límite en el que bailamos y conectamos sin problema alguno con cada una de sus texturas retro-futuristas, melodías, líneas ácidas, voces robóticas y bases rítmicas de tempos cambiantes ¡ya estamos todos y todas subidos en su nave!
Pongo como ejemplo la locura inquietante, pero absorbente, de “Heiss oder Kalt”, un banger que no sobrepasa los 120 BPM, sin embargo tiene actitud de kaiser sacándose la chorra a modo de dark disco. Es muy curioso como le sigue “Chasing Shadows”, en la que bajo un mismo paraguas, la cosa se robotiza y acelera. Sucede de manera natural. La misma euforia y felicidad a diferentes velocidades. Vuelve a ocurrir lo mismo entre “Digital Freedom” –por cierto, con unos sintes que me recuerdan al mítico “Good Life” de Inner City– y “Surveillance State”. Nos calentamos un poquito y luego damos el salto. No es hasta el tramo final del álbum cuando se nos permite respirar durante más rato gracias a escapadas mayormente cinemáticas como “Free to Move”, “Black Gold”, “I Am a Creator” o “Tonight”. Las atmósferas electro y el space disco ganan la batalla en detrimento de las prisas y el alto octanaje.
Italo Brutalo se consolida –si es que aún no lo estaba– como uno de los actuales estandartes de los sonidos sintéticos con clase y el punto de mira en la pista de baile. Explora como pocos los pasos, los estilos y las emociones. Lo suyo, una exquisita tunda de composiciones que, todo junto, provoca un viaje nostálgico y moderno ideal para oídos melómanos, sí, pero para mucho más tipo de público también. Un universo electrónico alternativo lleno de buenas bazas.
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