Las bandas de hoy vampirizan su legado y las antiguas, ya que las invocan, vuelven. En el revival del rock ochentas hay bandas que renacen porque aún tienen algo que decir y otras que resurgen sólo porque lo hacen las demás. Me temía que los galeses The Alarm iban a ser de las segundas. Pero, sinceramente, el disco merece más de una alabanza.
Dos, por lo menos. Planteado en mitades, las seis primeras canciones son The Alarm-de-toda-la-vida, en algún lugar entre el post-punk y el rock épico que lideraron The Cult (sección hard), Big Country (sección grandilocuente), Echo o U2. “45 rpm” es un single convincente y “The Drunk And The Disorderly” un momento de gran inspiración de Mike Peters. Las otras seis canciones se asoman al rock británico vigente (los “campos poppy”...). Y, para mi sorpresa, salen relativamente airosos del reto de demostrar no sólo que conocen a Travis o Coldplay sino que éstos les escucharon a ellos. Valga el tópico “quién tuvo retuvo”. Y hablando de tópicos, juraría que usan o emulan batería electrónica, aquellos entrañables parches hexagonales tan eighties. The Alarm en 2004. ¿Relevantes? Ni idea, pero con un muy buen disco de rock. Melódico y un poco mainstream, como era el buen rock alternativo en los ochenta.
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