Casi habíamos perdido la pista de estos suecos que, siguiendo la senda abierta por compatriotas suyos como Backyard Babies o Hellacopters, irrumpieron con nervio en la escena rockera europea de finales de los noventa.
Pero el caso es que aquí están de vuelta, sin que el paso del tiempo haya aplacado en absoluto sus ganas de rockear. Es más, este nuevo y homónimo disco (que en realidad grabaron en 2005) nos acerca a unos Harcore Superstar más endurecidos que nunca. Así, su acostumbrada tendencia a reivindicar sus raíces sleazy angelinas no sólo flota en el ambiente en estos doce temas, sino que además es llevada hasta las últimas consecuencias. Riffs de guitarra ultrapesados, gemidos que alcanzan los límites decibélicos permitidos, coros que parecen rendir tributo a Mötley Crüe, algún tema (“Blood On Me”) que es puro AC/DC y también ocasionales medios tiempos -de filiación glammy- en los que se impone la melodía por encima de la habitual fuerza bruta instrumental, son las señas de identidad con las que estos tipos siguen en sus trece con mayor convicción, si cabe, que en sus inicios. Admirable, pues, su derroche de energía y muy respetable su propuesta en general.
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