De ese intercambio entre miembros de The Fucking Champs y Trans Am resuelto en sucesivas grabaciones sólo hay lugar para dos conclusiones. Una, la que pasa por la intrascendente curiosidad de sus denominaciones artísticas, fruto de las combinaciones posibles entre los nombres de las dos bandas, y dos, la que hace referencia a su lado musical, con la cual -está claro- tampoco podemos ir mucho más allá.
Porque si ya es intrascendente e irrelevante el hecho de reunirse con los amigotes para rememorar lo felices que fueron musicalmente la década de los setenta reformulando el hard-rock clásico, aún lo es más hacerlo mediante canciones con más bien poco que añadir a un género fosilizado en el tiempo. Llámenle simple divertimento o pura curiosidad, pero mientras para unos sólo sirve para rebajar en el nivel adrenalínico de sus acercamientos al heavy-rock y para otros, acostumbrados a ser englobados dentro de un entorno más vanguardista, un escape de sus casillas, para el resto de mortales simplemente se queda en un puñado de correctas canciones de rock. Nada más y nada menos.
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