Se me antoja que el ahora trío de Cardiff (Gales) es desde 2005 una de las contadas fuerzas motrices de eso que llamamos rock en el Reino Unido. Digo “rock” para no empantanarme en etiquetas rebuscadas y más o menos estériles como “post-hardcore”, “post-punk desquiciado” o similares. Si el rock debería ser una música agresiva, inquieta y con cierto peligro (si es que puede afirmarse eso en 2016), no se me ocurre mejor forma de definirlos. Su quinto disco, financiado mediante campaña de crowdfunding que completaron en tres horas, es quizá lo mejor que han hecho hasta la fecha.
Emparentados con bandas como The Jesus Lizard, los Fugazi más encabronados o incluso Shellac y The Fall, en las que rock (o blues) espartano y musculoso, imaginación y cierta ambición de vanguardia convergen de forma natural, su discurso abrasivo de guitarras afiladas, ritmos con el cuchillo entre los dientes y letras de un humor críptico y surrealista bastante enfermizo (rasgo distintivo respecto a otras bandas), se radicaliza, con ciertas reminiscencias a McClusky, la banda previa del frontman Andy “Falco” Falkous. Algo que seguramente (y para sorpresa de algunos) tenga que ver con su reconversión de cuarteto a trío. Ahora, los bajos de Julia Ruzicka (enrolada para la causa desde 2010) son un esqueleto de acero omnipresente. La no-producción estilo Albini también tiene mucho que ver.
A Future of The Left no les hace falta más de tres minutos para empaquetar en canciones de monstruosa pegada su propuesta a contracorriente y sin concesiones (sobre todo, en su país, donde lo “alternativo” ha quedado en manos de grupillos melifluos y blanditos cuya mayor ambición parece ser no molestar a nadie).
Obra apocalíptica (pero con humor) de intensidad visceral oscura y descarnada, de las guitarras desquiciadas de “If AT&T Drank Tea What Would It Do” al ritmo brutal tensionado de “The Limits of Battleships”, el arrollador riff de guitarra de “Back When I Was Brilliant” y sus disonancias, el salvaje clímax de “Reference Point Zero” o la inmediatez asilvestrada de “White Privilege Blues”, uno termina el viaje como si hubiera recibido una tunda pero feliz. Si en 2016 se puede seguir practicando rock, se me ocurre que esto es lo más parecido.
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