La trayectoria musical de David Karsten Daniels (Lubbock, 1979) ha sido un camino hacia la sencillez (que no simplificación).
De formación jazzística, los primeros discos de Daniels recogen el espíritu nómada del cantautor en clave experimental, que en su primer disco para Fat Cat Records, “Sharp Teeth” (2007) derivó hacia una mezcla de canción de autor con arreglos de cuerda (complejos, barrocos) que apelaba al canibalismo visceral por culpa de una portada escalofriante: un hombre barbudo devorando los intestinos de una mujer de piernas peludas. Un año y medio después de rebuscar en el baúl de los sueños y la religión, el músico estadounidense presenta un disco escindido entre el espíritu de alternative songwriter desgarrado, presente en los temas donde se acompaña mayoritariamente de su guitarra, como “Wheelchairs” o “The Caretaker”, donde puede recordar a un Daniel Johnston comedido, capaz de respetar las escalas musicales con ortodoxia, y por otra parte nos presenta una serie de canciones muy breves –esbozos experimentales que subvierten las estructuras clásicas, como “A Myoclonic Jerk”– u odiseas sónicas con largos pasajes instrumentales, caso de “In My Child Mind You Were A Lion”, que pese a sus sietes minutos de duración presenta la misma austeridad instrumental de todo el disco.
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