Y aunque éste, perro viejo donde los haya, es plenamente consciente de su papel de figura de culto, parece absoluta y agradablemente sorprendido por el entusiasmo contagioso de Francis y por el cariño incondicional recibido en Escocia desde su primera visita allá por 1995. Así que, como suele ocurrir con los discos artesanales y distendidos de pequeños genios con pocas pretensiones, “Fantasy World” atesora muchísimos momentos inolvidables. Desde “School Girl X”, “My Baby And I”, “Armageddon After Dark” y “Children Of The Night” -vale también cualquiera de las restantes, en realidad- a las ocurrentes notas interiores en las que el propio Fowley se presenta como un simpático observador de sí mismo y de los alrededores de su peculiar mundo. Ojalá este disco le sirva, como pretende, para encontrar novia. Sin duda lo vale.
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