Tras haber forjado su nombre a fuego y groove a lo largo de la última década junto a su banda principal, el norteamericano Durand Jones solicita un tiempo muerto de su trabajo colectivo para darle rienda suelta, sin diques de contención, a su particular carrera en solitario con “Wait Til I Get Over” (Dead Oceans, 23), su debut en singular y un precioso cancionero con reflejos sureños y romanticismo conjugado en pretérito perfecto.
Lejos de sentirse yerma o poco hecha, su renovada fórmula de trabajo no solo logra conmovernos tanto como en sus anteriores periplos, sino que además sirve como excelsa carta de presentación para saber más sobre la mirada melancólica y apasionada de este artista de Louisiana. Y es que, no contento con haberse convertido en uno de los principales referentes del soul contemporáneo en los últimos años, Jones decide ahora perseguir la compleja tarea de integrar, de la forma más orgánica posible, todos los palos pertenecientes a la música de raíz, en un todo irresistible.
Los destellos discotequeros de su más reciente trabajo con The Indications (“Private Space”), se atenúan hasta alcanzar tonos crudos con olor a magnolia y a delta del Mississippi, brindándonos con ello desde lecciones de historia sobre la fundación y origen de su Hillaryville natal (“The Place You’d Most Want To Live…”) hasta reflexiones sobrecogedoras sobre la realidad racial de nuestros días, que recuerdan entre líneas rapeadas a las víctimas más recientes de la brutalidad policial (“Someday We’ll All Be Free”). Sin embargo, además de poner de relieve su arraigo de una forma tan brillante, Jones sabe que en solitario se viene a jugar y por ello no escatimará la oportunidad de exponer sus vulnerabilidades de la forma más franca y sin tapujos, tal y como le vemos hacer en “That Feeling”, donde nos narra el cálido relato de su primer amor, o en “Letter To My 17 Year Old Self”, donde nos recuerda los aguaceros hormonales de aquellos días (“I’m trying to understand this thing / Oh, this thing called life”), pertinentemente aderezados con puntuales pasajes de jazz experimental y disruptivo.
Desde el primer acorde, tendremos claro que la belleza que Jones es capaz de congregar en sus canciones es de otro mundo y que “Wait Til I Get Over” no es, ni por asomo, un debut más al uso. Lo dice su habilidad para ponernos el vello de punta a golpe de góspel a capela (“Wait Til I Get Over”), su narrativa capaz de endulzarnos el corazón con fragmentos de pasión y rechazo (“Gerri Marie”), y su indomable y perdurable competencia para crear hits con potencial de radiofórmula buenrollera (“Lord Have Mercy”). Un sonido familiar y reconocible, pero a la vez único e intransferible, con el que el cantante nos regala la oportunidad de escucharle como nunca antes a través de doce canciones de corte biográfico y sentido que amenizarán nuestras más íntimas veladas.
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