Limpios, impolutos, así suenan los estadounidenses Train. Once canciones enriquecidas por la sabia producción del maestro Brendan O´Brien y perfectamente ejecutadas por una banda cuyo principal problema es la falta de personalidad propia. Train suenan a Hottie & the Blowfish y a Matchbox 20 cosa mala; dos grupos radio-friendly que encandilan a las cheerleaders universitarias USA y a los mozalbetes de la hermandad WASP.
Conforme avanza el disco uno cree estar ante la actualización del concepto AOR para nuestros días, una suerte de banda sonora para “Sensación de vivir” con todos los elementos necesarios para hacer diana en los charts americanos: baladas a ritmo de acústicas y piano (“Hopeless”), neo-country 2001 (“I Wish I Could”), orquestación grandilocuente (“Drops Of Jupiter”), férreas bases programadas (“It´s About You”)... Quizá me pillaron en un mal día, quizá merezcan un voto de confianza, quizá... En fin, “Drops Of Jupiter” tiene, al menos, la virtud de ser un trabajo de tranquila escucha, cincuenta minutos de placebo sonoro que discurren sin rebosar los límites de mi paciencia como oyente, pero que una vez finalizados no provocan la necesidad de revivirlos de inmediato. El aspecto de chicos sanotes que se gastan los cinco en la foto interior del libreto alivia mis temores a que no lleguen a fin de mes por comentarios como los míos. Qué ingenuo soy: son la nueva voz de esa sociedad que un día tuvo la osadía de hacer portavoz generacional al atormentado Cobain. Con Train, papá y mamá pueden dormir tranquilos.
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