Es una opinión extendida y razonable que cualquier canción buena con melodía de voz, debe funcionar sólo con su esqueleto: guitarra acústica (o piano) y voz. Es lo que debió pensar el compositor francés con este curioso artefacto con el que, en 2005, rendía homenaje a la banda de Basildon. Eso y plasmar su sincera devoción al trío.
Martin Gore, Dave Gahan y Andy Fletcher tienen un repertorio imponente, y el de Bayona firmó el que es para algunos su mejor trabajo, reduciendo a su esencia once de las canciones de los ingleses: clásicos rotundos pero también cortes menos obvios (“The Things You Said” de “Music For The Masses” o la crepuscular “Death´s Door”, ésta de la banda sonora de “Until The End Of The World”), que el francés encara sin arriesgar pero con cierto arrojo; no todo el mundo puede salir airoso de semejante envite.
El sello francés Ici d`ailleuers…reedita el álbum en CD y, por primera vez, en limitadísima edición de vinilo y con nuevo arte, portada agreste (un cactus solitario) que remite a la era de “Personal Jesus” (que, con buen juicio, Chauveau prefiere dejar en manos de Johnny Cash); y ése es el tono general de un álbum bien acogido en su momento y que puede ganar adeptos una década después si consigue llegar a su público potencial entre la avalancha de novedades: el respeto reverencial a un repertorio que, pese a ser reinterpretado en clave minimalista con piano, clarinete, guitarra acústica y cuerdas -instrumentos que parecen muy alejados del tono electrónico, y a veces industrial de los Depeche de los ochenta-, es totalmente reconocible.
A ello ayuda mucho la voz del francés, que mimetiza sin esfuerzo el tono de profeta apasionado de Gahan; una elección tan comprensible (siendo fan) como algo rutinaria: entre el debe, salvo en los arrebatos jazzísticos de “Blasphemous Rumours” o la deconstrucción moderada de “Freelove”, las interpretaciones son tan fieles que uno a veces cree estar escuchando la versión acústica de la misma banda. Con “Policy of Truth”, privada de su pulsión electro rítmica, nos falta algo.
Pero estas minucias no impiden disfrutar, en versión elegante y con un punto de descarnada emotividad, de algunas de las mejores canciones de los últimos treinta años, como “Stripped”, “Home”, “Never Let Me Down Again” -piano y cuerdas- o “Enjoy The Silence”.
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