Angus Stone publica el que es tercer álbum de su proyecto como Dope Lemon, de nuevo al margen de Angus & Julia Stone y convertido ya en una estrella en su país natal. Quizás por eso, ‘Rose Pink Cadillac’ (BMG, 21) presume de una apariencia tan sólida, con esos aires despreocupados y convencidos propios de quien, haciendo gala de absoluta confianza en sí mismo, se sabe triunfador de antemano.
El australiano confirma así, con un firme golpe en la mesa, las sensaciones positivas de sus dos movimientos previos, ‘Honey Bones’ (BMG, 16) y ‘Smooth Big Cat’ (BMG, 19), tras concretar el disco más ambicioso y mejor parecido de Dope Lemon hasta la fecha. Un total de diez canciones que se suceden de forma sedosa, en torno a una atrayente nebulosa sonora que se mueve con sensualidad entre indie-pop, funky, soul, R&B, electrónica y una pizca de psicodelia. Stone apuesta así por dar un definitivo protagonismo a sonidos negroides, tras introducirlos prioritariamente en su universo y cincelarlos en base a su propia impronta.
Una fórmula que funciona y motiva un elepé insinuante en el que destacan la propia “Rose Pink Cadillac” que abre y da título al lanzamiento, “Stingray Pete”, “High Rollin” con la colaboración de la francesa Louise Verneuil, “Kids Fallin’ In Love”, la exquisita “Sailor’s Delight” o esa “God's Machete Final” con línea de bajo inicial saqueada a The Stone Roses. Con ‘Rose Pink Cadillac’, Stone alcanza un nivel adicional en cuanto a capacidad de sugestión, con la cualidad remarcada y envolviendo toda la referencia durante cincuenta minutos de agradable colocón.
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