Disiniblud

A finales de la década de los 2000, seguía en redes a un escritor y redactor publicitario muy afín a la música llamado Ramiro Bernardo. En un posteo en el que recomendaba un disco de CocoRosie, hablaba de la frágil belleza de su arte definiéndola como “música a punto de romperse”. Esas palabras tan bonitas como potentes me quedaron en la sensibilidad y en ellas fue en lo primero que pensé al enfrentarme a este trabajo de Disiniblud.

Lo mejor es que en el comienzo de este disco homónimo, la canción “Give-upping” comienza en ese estado de desesperante hermosura y efectivamente se rompe en un crescendo ruidista de emoción contínua.

Esta super colaboración entre las compositoras Rachika Nayar y Nina Keith ofrece en su primera referencia un trabajo vasto de momentos de profunda belleza, una suerte de comunicado sentimental en el que ambas protagonistas se encuentran perfectamente, más allá de surgir de escenas o géneros distintos.

Los ADNs de Nayar y Keith se retroalimentan en dádivas de lo más sinceras que se transforman en una sofisticada pero sincera y transparente musicalidad en la que se reflejan el background clásico y electroacústico de una con la visión indie y ambiental de la otra.

Los once tracks del álbum se suceden sin que notemos sus cortes, el sentido de ambientación y la relación armónica está tan lograda que el disco transcurre como una imagen onírica, una vivencia relativa pero profunda.

Los arpegios y cuerdas de “Blue Rags, Raging Wind” le hablan a la magia de bosque encantado de la preciosa “Serpentine”. “(it could happen)” aporta la tensión feliz de descubrir un nuevo mundo y acto seguido “It’s Change” aporta ruidismo a una suerte de balada de sentimiento ingenuo y libre.

“Disiniblud” -la canción- con su exótico y sugerente vídeo de desnudos habla un poco por el total de la propuesta: vuelo incidental, chamanismo electrónico y arte en pureza absoluta.

"Disiniblud" -el disco- es un trabajo terapéutico, rebosante de una sensibilidad digna de experimentar.