La aparición de Angel Haze en el mercado y el lanzamiento de su debut suponía un hilo de esperanza para el hip hop femenino. Tras cientos de productos comerciales con escasa fluidez y versos irrelevantes; llegaba esta nigga de Detroit con muchas ganas de liderar el mercado. La cosa se vino a menos al presentar un debut bajo el apoyo de Universal con el que desaparece toda la esencia original de sus primeros pasos. La pureza, la rabia contenida en su Ep “New York”, se entrecorta en este primer largo frente a un r&b más propio de Destiny’s Child que de un producto de su categoría. Está perdida en un mundillo que parecía controlar a la perfección, se muere de ganas por conseguir su propio hueco. Y esto lo demostró con la forzada filtración del álbum tras la negativa de su lanzamiento en la fecha establecida. Al margen de esto, si hay algo que salva “Dirty Gold” es sin duda la producción de Markus Dravs (Arcade Fire, Björk) en ciertos cortes. La representación de la trágica vida de su madre en “Black Dahlia” o la seguridad que desprende “Echelon (It’s My Way)” hacen creer que una secuela mejor para la rapera es posible.
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