David Thomas Broughton no es amigo de lo convencional. Sus directos se convierten en auténticas celebraciones de la improvisación y lo inesperado oficiadas por un delgado personaje de profunda voz y extrañas maneras.
A medio camino entre el niño con nuevos juguetes y el mad doctor de película de serie B, para David Thomas (no confundir con el alma de Pere Ubu) la funda de la guitarra es tan instrumento como la propia guitarra y un teclado no es más útil a la hora de hacer música que sus zapatos. Y si así son sus conciertos, en disco no iba a ser menos. Grabado en una tarde en el interior de una iglesia de Leeds, estos cinco temas no sintieron siquiera la necesidad de ser compuestos, simplemente surgieron siguiendo el olfato del británico y sus acompañantes (dos violines, un contrabajo y un clarinete). Canciones de largo recorrido que necesitan tiempo para desarrollar un lánguido estado de ánimo más que una estructura al uso. El resultado puede recordar al sonido propio del canadiense Hotel2Tango, la base de operaciones de la comuna Constellation, aunque desde una óptica más relajada que épica. Genio y figura.
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