Si es cierto que los mineros retirados sueñan habitualmente con minas, Joe Bataan ha debido pasarse los últimos veinte años soñando latin soul. A lo mejor incluso llegó a imaginarse que algún día aparecería un joven desconocido, le ofrecería una canción tremenda para recuperar el trono perdido, y volvería a ser Rey del Latin Soul.
Sueño convertido en realidad, la recompensa a la credibilidad ganada en el filo en los tiempos de Fania le ha llegado a Joe Bataan en forma de hito inesperado: Daniel Collas ha puesto en las manos del maestro “Chick-A-Boom” y la música ha vuelto a salvar a Joe Bataan, como le había salvado ya una vez, en los sesenta. Bataan se ha limitado a poner voz a un disco cuidadosamente groovy, ideado a todos los niveles por Collas. A menudo la verdad consiste en creer a tu vecino, y eso es lo que ha hecho Bataan, demasiado cansado para preocuparse por sus ampliamente autorizadas habilidades compositivas. Aun así, éste es un disco perfecto para Joe Bataan, en el sentido de que se fundamenta en el respeto y la identidad de su carrera. Probablemente sea el mejor disco que pueda grabar en 2005 y, desde luego, es un disco que, en su excitación y su tragedia, debería hacerle sentir orgulloso, como en los viejos tiempos.
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