Ocho años sin nuevo disco son más que suficientes para que le dediquemos minutos de escucha. Además, ante el diluir del tiempo, estamos convencidos de que la mella que dejó seguía en la imaginería y en el sentir emocional de muchos de nosotros.
Hasta entonces esta chica de origen iraní que tocó con Björk ya había demostrado talento de saber volar muy alto con “Like Weather” (98) y “Courtesy Of Choice” (00). Regresa ahora por todo lo alto con la garantía de uno de los ases de la electrónica, Warp, y con el valor añadido de recuperar, entre otros, a Terry Hall de los míticos The Specials o a Martina Topley Bird, la secuaz de Tricky durante años. Su reciente paso por Sónar justificó así sus confabulaciones de hechizo. Escuchándola te adentras en profundas ambientaciones tenebrosas que van fluyendo en un ir y venir de géneros, convirtiéndose en un ejercicio arqueológico sin límites. Algunos cortes, incluso, se alejan de quedarse reducidos a mera anécdota como es la reconstrucción de la quebradora “Young Ones” de su anterior disco, ahora con inquietantes orquestaciones; o la apropiación centrifugadora del beatliano “Norwegian Wood”. Apaga la luz y de puntillas traspasa ese bosque plagado de todo tipo de pequeños seres fantásticos que te dibuja Leila. Es sucumbirse a todo un mundo viscoso de materia orgánica.
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