Between The Buried And Me es uno de los nombres más discutidos del metal progresivo de las últimas dos décadadas. El quinteto americano -convertido oficialmente en cuarteto tras la expulsión de Dustie Waring en 2023-, que ha hecho de la mutación, la vanguardia y el caos una seña de identidad, vuelve al ruedo con su doceavo álbum titulado "The Blue Nowhere" (25), relevando así a "Colors II" (21), la segunda parte de su quinto y más querido álbum, que llegó 14 años después, y estrenándose también con la discográfica InsideOut Music.
"The Blue Nowhere" aparece como una pieza densa y larga no conceptual "para pensadores" de más de setenta minutos de duración repartidos en diez cortes con "Things We Tell Ourselves In The Dark" como pistoletazo de salida. Desde los primeros minutos, el funk y el groove de Dan Briggs ya hace de motor para poner en marcha toda la una maquinaria empapada en jazz y metal con un estribillo más que pegadizo que coquetea con el pop cuando florecen las voces limpias.
La banda desata su faceta más visceral y beligerante en "God Terror", asaltando al oyente con una combinación de metalcore feroz, estructuras complejas marca de la casa y texturas industriales donde nada es predecible y todo fluye como una película de ciencia ficción. Continúan con "Absent Thereafter" ofreciendo la primera odisea de más de diez minutos que arranca con veloz y con mucho veneno y prolifera gracias a ese dramatismo entre voces limpias y guturales y una serie de cosas que desafían a la lógica: un interludio bluegrass revuelto con blues mutante metalizado y adornos de saxofón hacia su final. ¿Quién da más?
Tras esta ráfaga, llegan de la mano las tres canciones más breves del disco: "Pause", que hace de interludio atmosférico que induce a una falsa calma y se corona como una pieza acústica y oscura, la circense, vodeviliana y marciana "Door #3", que muta entre el flamenco y el metal provocando y consiguiendo encantar bastante, y "Mirador Uncoil", que no es más que una bisagra orquestal y cinemática a lo Danny Elfman que muestra la voluntad de la banda por los pastiches y la colisión de estilos.
Aunque "Psychomanteum" y "Slow Paranoia" vienen por separado, podrían considerarse dos colosos gemelos. Ambas duran once minutos y poco, y ambas sirven como ejercicios de virtuosismo desatado con mogollón de cambios de tempo y un trabajo vocal e instrumental bastante demencial en donde hay sitio tanto para las capas orquestales (cuerdas, viento-madera, metales...) como para los arrebatos propios del hardcore y del metal más esquizofrénico.
La recta final trae consigo a la homónima "The Blue Nowhere", que insufla un poco de oxígeno en formato de balada pop rock accesible con ramalazos ochenteros que hacen que se reduzca la sobreestimulación, y a "Beautifully Human" como pieza de finalización emocional que busca dejar con cierta sensación de resolución y "aterrizaje" entre riffs épicos de rock, pianos y sintes.
"The Blue Nowhere" es otra gran pieza de la banda a nivel compositivo y técnico a la que hay poco que reprocharle pero que, muy pesar de su libertad creativa desmedida, no está hecha para todos y a veces llega a perderse en su propia inmensidad y falta de foco (llega un momento en el que parece que incluso los dos últimos temas sobran bastante). Es un más que buen disco para disfrutar y darle muchas vueltas con paciencia (es de escucha difícil, sí), pero no su mejor referencia ni algo que quieras ponerte si buscas algo directo, crudo o simplemente algo que no te desborde.
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