Lo segundo, y quizás más importante, es que nos llegan desde una Nueva York en plena efervescencia rockera, aunque su líder, Bill Whitten, probara fortuna -más bien mala- con un combo de nombre St. Johnny desde la cercana Connecticut. Sin embargo, Grand Mal son, en este doble sentido, un grupo atípico dentro de lo típico y tópico de su música. Ni su sonido es fiel reflejo de los efluvios pop lisérgicos a los que nos tienen acostumbrados las producciones del bajista de Mercury Rev, ni su propuesta cuenta con el arrebato punk o nuevaolero de las bandas que están surgiendo en estos momentos desde la gran manzana. Grand Mal hacen rock de corte clásico, con un pié en el legado de grandes como Steve Marriot o los Stones y otro en cierta revisión pachuli del brit-pop más clásico y todo ellos sin que nadie deba rasgarse las vestiduras por ello. Su álbum no está mal para hacer alguna descarga.
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