Con un currículo que le ha llevado a cursar en conservatorios de medio mundo, colaborar con Carl Craig y firmar una serie de discos en que la formación clásica caminaba de la mano de su pasión por la música electrónica, Francesco Tristano se pone al frente de este proyecto que completan el también pianista Rami Khalifé y el percusionista Aymeric Westrich. Dos pianos y batería, sí, extraña formación para una banda cuyo primer disco encontrarás en las cubetas de discos junto a clásicos del techno y que comparte con ellos su carácter progresivo, la pulsión maquinal y la búsqueda de ese mismo público. Porque, por mucho desarrollo dodecafónico con el que intelectualicen su propuesta, por muy pianísticos que se muestren, la producción de estos nueve temas les delata entre trucos y efectos de escuela digital. En realidad la idea de hacer colisionar clasicismo y modernidad es tan vieja como el Moog, y lo único a lo que pueden aspirar nuestros hombres es a adaptarla un poco más a los tiempos que corren. Lo hacen entre arrebatos warpianos, dejes jazzísticos y homenajes a los grandes, de Schönberg a Reich (o lo que es lo mismo, a Bach), en un trabajo más curioso que anecdótico.
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