With Trampled With Turtles
DiscosAlan Sparhawk

With Trampled With Turtles

7 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 30-05-2025
Empresa — Sub Pop
Género — Indie rock

No ha pasado ni un año desde la publicación del desconcertante (y algo decepcionante) "White Roses, My God" (2024), y Alan Sparhawk ya se nos ha ido al extremo opuesto: de los ritmos electrónicos, el Auto Tune y el emborronamiento de su tradicional personalidad artística (pongamos lo de “tradicional” en cuarentena: en su caso se lo ha ganado a pulso), al registro acústico, en clave bluegrass, regido por guitarras acústicas, banjos, mandolinas, violines y cellos, de un álbum como este, parido junto a la formación (tradicionalista, estos sin duda) Trampled With Turtles, vecinos de su ciudad, Duluth (Minnesota). Es el segundo que publica tras el insuperable infortunio de perder a Mimi Parker, hace tres años, y es lógico que sienta la necesidad de moverse más que los precios, que decía aquel. Embutirse en otras pieles. Sentir que vale la pena vivir, y más si es dedicándose a esto: lo que mejor saber hacer, lo que transmite con una veracidad incontrovertible. Lo que aún nos toca la fibra, aunque sea de modo más intermitente. Como aquí.

Son precisamente los tres cortes que fueron concebidos para formar parte del repertorio de Low los que me resultan más concluyentes: la preciosa “Too High”, la muy neilyoungesca “Princess Road Surgery” y la emocionantísima “Not Broken”, la mejor del disco para mí: una maravilla ungida por el contrapunto que le da su hija Hollis Sparhawk, cuya voz recuerda tantísimo a la de su añorada madre. Un corte a la altura de cualquiera de las mejores delicatessen que nos legó junto a Mimi Parker. Los otros seis cortes suenan confortables, refrendan el sesgo comunal de un proyecto gestado para sanar heridas con buenos amigos músicos, siempre con el hálito espiritualmente genuino que le es inherente, pero rara vez arañan lo memorable. Lo que digo creo que es aplicable a la árida “Stranger”, a la bonita balada que es “Screaming Song” (con su apacibilidad rota por un violín chirriante que parece hijo bastado de The Velvet Underground), a las polvorientas letanías que son “Don’t Take Your Light” o “Torn & In Ashes” y a los coros gospel de una “Heaven” que concluye en menos de dos minutos y deja con ganas de más. Bonito es. Desde luego.

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