Tras la disolución de Dunno, Roger Gascón se ha aferrado a su background en los estudios de grabación y las remezclas, para salirse por la tangente con un proyecto que se recrea espiritualmente en Juan Palomo y el hombre orquesta. Pero no uno cualquiera, sino uno dotado con un sentido del humor (cantado en catalán, eso sí) que roza lo absurdo aún contando verdades como puños. El mandar literalmente a la mierda el revival ochentas y los atentados estéticos de aquella década nada más empezar “Els 80 van fer molt de mal” ya supone una declaración de intenciones en toda regla. Los estados deplorables después de una noche etílica (en la beatleliana “Alcohol-i-flor”), el siempre dramático momento en el que el móvil cae al vacío del inodoro por torpeza (“Vibracions subaquàtiques”) o la vagancia por rescatar la cuchilla de afeitar (en “El día de la barbota”, un bucle de media hora con sorpresa final) son sólo algunos ejemplos del desternillante temple de un artista que juega inteligentemente con su discurso (sin ir más lejos en “Dislèxic”, donde reinterpreta desde el prisma de la dislexia el tema precedente “Sexi”). Aunque Gascón se ha ocupado de todos los instrumentos y elementos de las canciones, en el álbum desfilan la inconfundible voz del periodista Òscar Dalmau y un Santi Balmes convertido en falso profeta en “Els consells del boig”. ¿Quién tiene ahora narices de afirmar que el humor es una lacra para el pop?
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