Con las mismas intenciones de antaño de ofrecer una colección de melodías agradables que hacen juego con una voz correcta pero anodina, Cara Dillon nos presenta su tercer disco, que combina, igual que en anteriores entregas, canciones tradicionales irlandesas adaptadas al inglés (“Brockagh Braes”, “The Streets Of Derry”) con otras de factura propia (“I Wish You Well”, “Never In A Million Years”).
El resultado: otro disco sentimental y aburrido que de haber sido lanzado hace veinte años habría embelesado a unas cuantas almas más que ahora, sensibles al caramelo pegajoso de gusto levemente –y también estereotipadamente– céltico. Es de agradecer que los sentimientos optimistas ganen la partida, aunque sea solamente por una vez, al bochorno quejumbroso habitual en estos paseos musicales: “Take this love I’ve freely given/ Take this dream I´m wishing for”, canta en “October Winds” y nosotros nos dejamos llevar cuales hojas de parra o pájaros seniles que saben que el amor es “hielo abrasador, es fuego helado / es herida que duele y no se siente”, que diría Quevedo. Eso sí, cuando el viento deja de soplar caemos en una papelera
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