Rebecca Lucy Taylor continúa enfrascada en esa cruzada personal suya que lleva marcando los designios de su carrera en solitario desde que dejara de ser el 50% de Slow Club y pasara a hablar el idioma de la verdad como Self Esteem. Una reinvención inspiradora y empoderadora con la que ha conseguido ganarse tantos adeptos como enemigos, pues bien sabemos que no hay razón capaz de polarizar más a la crítica que una voz femenina queriéndose salir del molde.
Taylor lo hace por tercera vez con “A Complicated Woman” (25), un título cuya naturaleza per sé nos advierte de que las pulsiones reivindicativas de la cantante continúan vivas en el diálogo que mantendremos con ella durante los sucesivos 45 minutos. De hecho, y más allá de la magnificencia orquestal y coral que engalanan el disco, son precisamente sus letras las que nos confirman estar ante la que tal vez sea su propuesta más ambiciosa, haciendo de su métrica el caldo de cultivo idóneo para un exquisito manifiesto sobre la feminidad contemporánea más combativa.
Y es que pese a esa producción épica y maximalista de corte cinematográfico con la que el LP arranca, entre arreglos de cuerda y monólogos que rompen la cuarta pared (“I Do And I Don’t Care”), la británica no abandona el uso de un léxico cercano, repleto de lugares comunes que no por familiares restan credibilidad a su cometido (“It's still me, but in an old way”, reflexiona a golpe de spoken word en su diatriba sobre el paso del tiempo en la piel de una mujer millennial). La contradicción como punto de partida (“If I'm so empowered, why am I such a coward? / If I'm so strong, why am I broken?”), reflejada desde su primer tema hasta la propia portada del largo (donde vemos a la propia Taylor ataviada en una suerte de vestimenta tradicional religiosa y gritando de forma visceral).
Abandonando la teatralidad sobreproducida (“The Curse”) en favor de la síntesis sucinta (con “If Not Now, It’s Soon” dándonos lo mejor de ambas facetas de la artista), y haciendo acopio de su versatilidad estilística, la cantante traslada su lírica de guerrilla, directa y punzante, hacia otros territorios sonoros que dilatan la catarsis colectiva que el proyecto persigue y nos demuestran la soltura con la que su responsable se mueve en las diferentes aristas del pop.Tenemos techno de manual recordándonos que ellas no son nuestras salvadoras (“Falling asleep on my chest is your fantasy but where does that leave me? Who’s holding me?”, canta entre beats en “Mother”), golpes en la mesa de estilo urbano contra el mansplaining congénito (“Tеll me more, explain it please, pretty please, silly me / If I am so threatening put me at the back to sing”, en “Lies”, junto a Nadine Shah) y hasta hip hop deslenguadamente liberador (“Let's make a mess, full grind, reach behind / Always somewhere on my mind”, en la explícita “69”).
Su discurso no se diluye ni en boca de terceros, encontrando en "Moonchild Sannelly" el complemento perfecto para culminar la atmósfera emocional y confesional a la que el disco pretende transportarnos (“From those that never knеw me, opinions from those I've touched, who claim they know me”). Un grito valiente, digno de ser escrutado con lupa, cuyo exceso de pompa y profundidad reflexiva no menoscaban el disfrute de un set rítmica e instrumentalmente irresistible.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.