Primera edición de este Vigo Transforma, un festival con de tamaño mediano y excelentes infraestructuras -desde luego ayuda su ubicación frente a la ría- que esperemos tenga continuidad más allá del presente año Xacobeo. Tras el preámbulo que supuso el jueves la presentación en un teatro del espectáculo “Room” por parte de Standstill, que repitieron el show de la pasada edición del Primavera Sound, los conciertos del fin de semana arrancaban con las actuaciones de las bandas maqueteras Mequetrefe (postrock ruidoso) y Carrero Bianco (con un ex Triángulo de Amor Bizarro en sus filas) en el escenario MondoSonoro, que servía para recibir a los más madrugadores a la entrada del recinto. Precisamente fueron Triángulo de Amor Bizarro, quienes bajo un sol de justicia arrancaron los primeros aplausos del día demostrando que la incorporación de un cuarto elemento les hace mucho bien en directo. Todavía demasiado temprano un Devendra Banhart encantador en su interacción con el público e irreconocible por su nuevo look, desafió a los que le crucificaron por “What Will We Be” con un show estupendo, en el que pasó con soltura del rock clásico a la bossa y hasta el sonido disco ochentero -versioneó el “Tell It To My Heart” de Taylor Dayne. Estupendo. No tanto el concierto de Jeff Tweedy, parapetado tras un arsenal de acústicas y que tuvo el detalle de colocar una bandera española como recordatorio de la final del Mundial que tendría lugar un día más tarde. El cancionero de Wilco reducido al formato folk-singer resulta demasiado monocromático, excesivamente lineal. A continuación, y con el handicap que supone para un grupo como The XX afrontar un directo a plena luz del día, los recién galardonados por los Premios del la Música Independiente como autores del mejor disco internacional del pasado 2009 ofrecieron su enésimo concierto en España, el tercero al que yo he asistido en apenas un par de meses. También el mejor. Muy compactos, mucho más trabajados en el aspecto técnico y haciendo de su hieratismo una virtud, regalaron una versión casi mejorada de su álbum de debut. Eso sí, siguen sin darnos pistas de hacia dónde apunta su futuro. Otros habituales en los últimos tiempos de nuestros escenarios son Fanfarlo, a los que, cada vez es más claro, no es justo limitarlos a la categoría de meros imitadores de Arcade Fire. Repasaron “Reservoir”, se volvieron a mostrar como esos grandes instrumentistas que sin duda son -mención especial a Cathy y Leon- y hasta, me consta, tuvieron tiempo para romper la noche viguesa horas más tarde. De Love Of Lesbian, ¿qué decir? En realidad lo de siempre. Lo suyo es un permanente baño de masas cuya única novedad en esta ocasión fue la irrupción de Iván Ferreiro que saltó al escenario como un hooligan enloquecido y terminó siendo reclamado por la banda para que los acompañase a las voces. La última gran atracción de la noche, Os Mutantes -o aquello en lo que se hayan convertido en su reencarnación del siglo XXI, con siete músicos sobre el escenario- combinaron el reciente “Haih Or Amortecedor” con algunos de sus temas clásicos que sonaron pesados como un elefante, progresivos, lejanos del luminoso encanto naif por el que se les recuerda. El presente no es suyo sino de bandas como Miike Snow que pusieron el cierre a la jornada con una más que correcta ejecución de psicodelia pop -qué bonita es “Animal”- enmascarados y perdidos en la niebla.
El sábado arrancó con unos Polock recios y Eladio Y Los Seres Queridos, cuota galleguista del festival, que se reforzaron con miembros de Igloo. Pero quien se llevó los primeros aplausos generalizados fue Neil Hannon, nuevamente en formato “solo” como a su paso por Madrid el pasado otoño -esto es, afrontando el directo con la única ayuda de un piano y una guitarra-, destilando charme, simpatiquísimo en su trato con el público al que se dirigía constantemente para contar anécdotas sobre su madre o Simon LeBon, y enorme en la interpretación de clásicos de hoy –“At The Indie Disco”-, de ayer -“Everybody Knows”- y ajenos -preciosa cover del “Time To Pretend” de MGMT-. También recurrieron a una versión, el “Ceremony" de Joy Division / New Order, The Morning Benders, una banda a la que resulta complicado ubicar: por momentos parecen la reencarnación de Seam para, al instante siguiente, tirar de manual britpop. Mucho más claro lo tienen Delafé Y Las Flores Azules, que incluso se tuvieron que reponer a un inicio con problemas de sonido pero salieron por la puerta grande con un "Enero en la playa" que les venía como anillo al dedo -"¡¡¡sí, esta vez ganaremos el mundial!!!"-. Acompañados de dos vientos, una guitarrista y batería, además de Dani Acedo a los mandos, adaptan su cancionero de siempre al sonido de "Vs. Las Trompetas de la Muerte" y el resultado funciona mucho de cara al directo. A partir de este momento el festival tomó un cariz complicado: cerrar con Orbital y Fischerspooner a una hora todavía demasiado temprana convirtió Vigo Transforma en una inesperada rave cuando la mayor parte de nosotros no teníamos cuerpo para ello. Y eso que los hermanos Hartnoll demostraron cintura en la recta final reservándose "The Box", su versión de "Dr. Who", "Halcyon" y uno de sus novísimos temas, "The Gun Is Good". Un arsenal del que no pueden presumir unos Fischerspooner reducidos a dúo, apostando por la zapatilla más criminal y olvidándose por completo del supuesto show en el que se convierten sus conciertos. Pocas veces la expresión "nos pusieron la cabeza como un bombo" tuvo tanto sentido... El espectáculo audiovisual de los locales Caino (Arkestra) fue el encargado de poner un punto final un tanto deslucido.
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