Apenas un puñado de citas en menos de una semana. El paso por España de la última gira de Valerie June ha sido breve, aunque no por ello ha despertado menos expectación su primera visita con “Owls, Omens And Oracles” (25), su nuevo disco, bajo el brazo. Santiago de Compostela ha sido para ella y su banda la última etapa de un camino que ha recorrido exudando, a un mismo tiempo, clasicismo y modernidad. Una cita incluida dentro de la imponente programación que ese festival Outono Códax que no deja de crecer año tras año, diseñó para la que está siendo su loable XV edición.
Nacida en Tennessee, Valerie June conjuga en su obra géneros canónicos de la música negra del último siglo, como el blues, el soul o el rhythm and blues, que viste con nuevos y coloridos trajes. Ataviada con un conjunto de un brillante rojo y armada con un banyo salió al decorado escenario de la Sala Capitol, repleto de brillos y de flores, para desplegar un cancionero cultivado durante más de dos décadas y cuyas raíces se hunden mucho más atrás en el tiempo. Todo ello, sostenido por una portentosa voz, apenas apoyada por los delicados coros de sus dos compañeros de banda: un batería y un bajo o guitarra rítmica, en función de la ocasión.
Un cumplidor ‘I love you’ dirigido al público zanjó una primera canción de acogida tibia, entre ajustes de afinación y consignas a los técnicos de sonido. A partir de ahí, el concierto se elevó y deparó momentos tiernos y delicados sobre el fingerpicking de su banjo, que también blandía, alternando con guitarra acústica y eléctrica, para acelerar las revoluciones al son de fraseos de blues y arrebatos country.
Uno de los momentos más especiales llegó con la interpretación de “Somebody To Love”, canción incluida en “Pushin' Against A Stone” (13), que llevó a cabo con su banyolele de cuatro cuerdas, al que cariñosamente apodó ‘baby banjo’. Un tenue acompañamiento musical para un tema muy aplaudido y que precedió en el repertorio a “Astral Plane”, de “The Order of Time” (17) y uno de sus cortes más populares, en el que Valerie June exhibió los registros más agudos y delicados de su voz.
“Honeybee” cerró la primera mitad del concierto y, apenas un minuto y medio después de despedirse, Valerie June volvió a salir, sola, para, valiéndose de su voz y unos arpegios de banyo, versionar el clásico “What A Wonderful World”, popularizado por la inmortal trompeta de Louis Armstrong. Fue la primera canción de un bis de tres, que cerró, y con ella el concierto, “Workin' Woman Blues”, un eléctrico alegato feminista dedicado a todas las ‘diosas’ allí presentes, a las que animó a seguir ‘brillando’ para mantener iluminado un mundo lleno de ‘oscuridad’.
Así despidieron Valerie June y su banda un concierto de tintes clásicos, en la vieja, y siempre productiva, encrucijada donde se juntan el rock, el gospel y la americana. Manantiales de los que han bebido tantos intérpretes de música contemporánea en las últimas décadas que todavía sorprende que haya quien, a partir de ellos, halla nuevos, coloridos y originales senderos por los que avanzar.

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