Espíritu (mod) adolescente

Se quedó pequeña la sala Mardi Gras para recibir la primera visita de uno de los hypes de la temporada, The Molotovs, este al menos justificado, que es más de lo que se puede decir de otros “globos inflados”. Nombres, otro día. Los jovencísimos Matthew Cartridge (17 años) y su hermana Issey (19 ños), acompañados del batería Harry Castle, que aún semejaba más joven que ellos, son otros de los protagonistas de la nueva generación del rock, la misma en la que militan, por ejemplo, las mexicanas The Warning, estas ya consolidadas y llenando grandes recintos. Su debut en larga duración (es un decir, que roza los 30 min.), “Wasted On Youth” (26), se publica el 30 de enero; algunos chicos de la prensa hemos podido ya escucharlo y contiene lo mismo que esos singles lanzados hasta ahora: power-pop y new wave híper-vitaminada e híper-mineralizada. No me atrevería a llamarlo punk, ni punk-pop, que eso suena a patinete.

De imagen y puesta en escena van sobrados: estética mod que sirve para atraer a los cuatro bastiones del estilo que quedan en cada ciudad. Issey y sus caras de loca de slasher film no tienen precio y Matthew parece el nieto del Paul Weller de “In The City” (no en vano hacen versión de su “That’s Entertainment”, aunque esta sea del “Sound Affects” de 1980). The Molotovs son jóvenes y están ya lo suficientemente preparados, tras, dicen, como seiscientos bolos a sus espaldas. Y gustan a públicos de todo pelaje, salvo por una cosa. Uno esperaba que, dada su edad, al menos la mitad de la audiencia sería de su edad o veinteañera; de su generación, la que devora Tik Tok e Instagram, que por eso se han dado a conocer tan rápido. Pues no. Se contaban con los dedos de las manos los centennials presentes en la sala (no sé si en otras ciudades habrá sido igual, aunque me dicen por el pinganillo que más o menos sí).

Esto fue como la fiesta de Navidad del instituto: adolescentes tocando para un público que podía ser sus padres, ¡e incluso abuelos!, pocos hermanos mayores vimos. ¡Ah!, y, por supuesto, algún que otro pijín despistado que se pensaba que iba a ver a los mexicanos que cantaban aquello de 'Gimme, gimme, gimme, gimme todo el poder...'. Verídico, en serio. A nivel de bandas, parece que va habiendo futuro, a nivel de público... de momento no progresamos adecuadamente. Mucha suerte a Matthew e Issey, que están en el buen camino. Son, además, chicos cultos y fans de las pelis de A24, del glam (su frenética “Suffragette City” haría sonreír a Bowie) y de la música de una época con mucho más color que esta que les ha tocado vivir. ¡Esto es Rock’n’Roll, caray! ¡Diversión!.